Pues iba yo a La Principal con la recomendación de un amigo: «Imprescindibles la ensaladilla y la sepia con mahonesa». Y agradecí a los dioses que exista la amistad. Porque qué cosas más deliciosas, madre mía… Había empezado con unos erizos que, francamente, me dijeron muy poco: casi vacíos por 5 € la unidad. Absolutamente prescindibles. De hecho, yo creo que si un restaurante ofrece erizos, tendrían que avisarte de que si al abrirlos no tienen bastante chicha, no te los sirven, y a otra cosa. Pero bueno.

Pasamos a los berberechos. Casi crudos, como tiene que ser. Ahí me empecé a reconciliar con el chef, la verdad. Y entonces llegaron las estrellas de la noche. Una ensaladilla exquisita, aderezada con cebollitas y pepinillos en vinagre, y una sepia (nada de pota ni potón: sepia. SEPIA) en su punto, bañada en una mahonesa que sabía a la mismísima Maó. Solo por esos dos platos se tienen ganado el cielo.

Finalmente, para redondear la cena, un filete tártaro (vale, venga, un steak tartare) más que correcto, con su toque picante y su carne que se deshacía en la boca.

En definitiva, un sitio al que hay que ir a comer y a cenar, con una carta bastante amplia que invita a repetir para probar más cosas. Aunque a ver quién se resiste a volver a pedir la ensaladilla o la sepia, vaya.