







Lo de las carnes y las brasas en Nuria Brasserie es un deleite para los carnívoros. Pero incluso si no lo eres mucho, siempre tienes platos cuyo protagonista son las verduras (la alcachofa está deliciosa, no solo por el toque de las brasas en las que está cocinada, sino simplemente por el sabor del producto original) o el pulpo, acertadísimo en un mercado gastronómico tan saturado últimamente con este ingrediente. Nota aparte merece el steak tartare, digno del nivel más alto de los restaurantes especializados en esta maravilla. El On the bone (carne a penas marcada sobre un hueso con todo su tuétano), solo para amantes del interior óseo; aunque no es mi caso, disfruté de la ternera muy poco hecha. Los postres, más que correctos; no son la razón para visitar esta brasserie, así que nada que objetar.
El local necesita urgentemente el toque de un interiorista, y deben cuidar el volumen de la música de ambiente, que a veces obliga a los comensales a alzar la voz, resultando bastante molesto el ruido continuo. El servicio de sala, irregular: depende de quién te atienda, te sientes como en casa o crees que estás cometiendo un crimen, aunque en general, el trato es correcto, incluso cercano.
En fin, un sitio a revisitar, ya que vista la carta te quedas con ganas de probar otras delicias. Sin duda, hay que ir… y volver.